Principio de autonomía de la voluntad

Habían pasado menos de treinta y seis horas desde la discusión con Javi, pero le parecía
que había transcurrido un mes. Y no había sido capaz de llamarle. Marian, la madre de
Javi, estaba en el Hospital, ingresada. Marian era un amor. Estaba llena de
ilusiones, pero no sabía qué le ocurría. Mejor dicho, pensaba que ingresaba para mejorar su
capacidad para andar. Desde hacía seis meses había perdido mucha fuerza y no podía levantarse de la
cama.
- ¡Hola Marian!, ¿qué tal estás hoy?
- Ana, hija, no sabía que estabas aquí, pero, …,
¿ya eres enfermera? - ¡¡¡¡No!!!!, estoy de prácticas.
- Ahh, vale, ya me parecía. Pues, chica, estoy mejor. He dormido, pero mira, no me
puedo levantar. Me duele todo. ¿Cuándo viene el médico este de rehabilitación que me ha
dicho Javi que es tan bueno? - Ehh…, no sé, solo conozco a los de esta planta.
- Y, ¿qué planta es esta, pues?
- Marian, estás en la planta de atención paliativa oncológica.
- Pero, …. ¿paliativa? ¿qué pasa? ¿oncológica?
¿cáncer? Hay un error. Me han dicho que venía a rehabilitación, Ana. No me des estos
disgustos que no me encuentro bien, cariño.
En ese momento, sonó un toque en la puerta que parecía un repique de castañuelas. Era
Argia.
- Marian, soy Argia, la enfermera que va a realizar tu valoración inicial. Ya
veo que conoces a Ana. Está de prácticas conmigo y creo que tenemos que hablar contigo y aclarar
muchas cosas.
- ¡Ay, no!, que no quiero disgustar a Javi. Llamadle a él y os dirá. Que siempre
me dice que yo meto la pata en todo. Que no valgo para mucho. Él nos dirá qué hacer. Ahora dejadme
dormir un poco más, ¿me podéis dar algo para el dolor?
- De acuerdo Marian – le respondió Argia – te voy a poner un suero y vas a estar muy cómoda en
seguida. Ese dolor va a remitir. Si no es así, llámanos. Es importante que descanses, pero
hablaremos en otro rato, ¿te parece? - Sí, Argia, gracias. ¿Y dónde está Javi?
- No lo sé – le respondió Argia-. No obstante, Marian, vamos a hacer un pacto tú y yo.
Todo lo que tú estimes oportuno, se lo diremos a Javi, pero antes lo vamos a hablar tú y
yo; y él no se va a enterar de lo que ambas sepamos y comentemos y tú no quieras decirle. Él
debe estar para ayudarte, no para suplirte en las decisiones. ¿Cómo lo ves? - Pues sí, pero no quiero que se enfade otra vez, que sufro mucho. Tú háblale y convéncele. Sí,
eso es, ya hablamos entre nosotras todo. Ay, qué angustia… Solo quiero dormir… - Ana, tráenos un suero, por favor.
- Sí, Argia, voy. Marian, te aprecio mucho.
- Gracias hija, yo a ti también. Qué bien que estás aquí conmigo.
El principio de autonomía de la voluntad se puede definir como la capacidad del individuo
para dictarse sus propias normas morales y tomar sus propias decisiones. Como paso previo,
está la información plena. Nadie puede querer o no querer lo que no conoce.
Clic aquí para Regresar al Comic