UNIDAD DE PODOLOGÍA
EL PIE EN EL ESQUÍ
Ana Sans, responsable de la Unidad de Podología en el HSJD, describe los cuidados esenciales del pie ante el inicio de la temporada de esquí para evitar así lesiones y actuar con prevención
El comienzo de la temporada de esquí obliga a realizar un repaso a la serie de medidas que se deben tener en cuenta para mantener el pie en las mejores condiciones y prevenir y evitar molestias o lesiones. Ana Sans especialista en Podología y Tratamiento del Pie en el Hospital San Juan de Dios de Pamplona, recuerda que “el esquí y las condiciones que rodean la práctica de este deporte, requieren una preparación previa y una adaptación que el esquiador debe tener en cuenta, incluso, antes de acudir a las pistas”.
Ana Sans apunta que el pie actuará como “la base de nuestro cuerpo” en el momento del ejercicio físico, circunstancia que debe hacernos pensar en un cuidado específico ante la práctica deportiva: “tratar el pie adecuadamente ayudará a evitar problemas, heridas o dolor. El pie soporta nuestro peso y la fuerza que genera el movimiento. Es esencial tenerlo presente.” Las recomendaciones para el cuidado del pie deben ser contempladas por cualquier deportista, y son especialmente importantes en el esquí: “el esquiador añadirá además otras variables que van a afectarle, los cambios térmicos o las bajas temperaturas que soportará en las pistas”.
Consejos básicos
La primera e importante decisión que debe tomar un esquiador es la elección de la bota de esquí: “conseguir la bota adecuada requiere tener presente el nivel de esquí que se tenga, la talla y la horma del pie”. Ana Sans destaca que “las botas son la fijación de nuestro cuerpo con los esquís por lo que deben de sujetar a la perfección con el fin de evitar posibles lesiones”.
La dureza de la bota determinará la flexión del tobillo y dependerá del nivel y de la modalidad del esquí que se practique. La podóloga destaca que las botas deben adaptarse a la forma de nuestro pie y a los cambios de volumen que sufren los pies como consecuencia de la temperatura por lo que recomienda “reabrocharlas cada poco tiempo”.
En el momento de elegirlas considera necesario tener en cuenta que la talla de las botas de esquí no se corresponde con la del calzado habitual “ya que se basa en el sistema Mondopoint, que equivale a la longitud en centímetros de nuestro pie, por lo que se debe medir el pie más grande (nuestros pies no son idénticos) y probar la horma en las diversas marcas, que diseñan modelos más o menos anchos”. Otro consejo incide en la necesidad de apretar los ganchos para que no queden sueltos y flexionar varias veces las rodillas hacia adelante para ver si la bota se dobla o no: “si la flexión es buena, tiene que poder imaginar una línea vertical desde la punta de los dedos de los pies hasta las rodillas”.
Una de las preguntas más frecuentes en consulta se relaciona con el uso de plantillas. Sans puntualiza que “en caso de llevarlas, se recomiendan también usarlas para la práctica del esquí”.
Comenzar el día con las botas calientes, usar un calentador en el trayecto a las pistas, y, muy importante, comprobar la estanqueidad de la bota pueden ser medidas de confort que ayuden al correcto mantenimiento del pie: “evitar la entrada de humedad resulta esencial. Además, un frío continuo puede provocar la aparición de sabañones, por lo que puede ser bueno aplicar crema
de Mahiou para prevenir su aparición”. El uso de un calcetín específico es otra buena medida preventiva, “utilizar calcetines térmicos que mantengan el calor pero que faciliten la transpiración, sin costuras para evitar roces o ampollas, y quizá reforzado en las zonas más desprotegidas como la puntera y el talón, o acolchando la zona de la planta del pie, para mejorar el contacto con la bota”.
Las heridas habituales
Las heridas habituales que puede presentar el pie del esquiador se relacionan con la postura: “la posición básica para esquiar consiste en flexionar parcialmente los tobillos y los esquiadores que fuercen o no estén acostumbrados a tal posición, pueden presentar heridas en los tobillos después de practicar esquí. También son habituales ampollas y rozaduras en zonas de presión con la bota, sobretodo en la zona del contrafuerte o talón”.
Existe una manera de mejorar la prevención de este tipo de molestias. Ana Sans recuerda que mantener una hidratación correcta del pie va a facilitar las cosas: “una piel cuidada e hidratada siempre va a tener una elasticidad mayor y una resistencia superior”. La podóloga recomienda incorporar esta rutina a la jornada del esquiador: “se trata de dedicar unos minutos y aplicar, con un masaje ligero, una crema hidratante específica para los pies. Podemos hacerlo cada noche, aireando los pies y reconfortando la zona después del esfuerzo. Ese gesto hará más dificil que se produzcan rozaduras y lesiones”.
Preparar el pie anticipadamente, eliminando durezas, procurando un corte adecuado de las uñas y corrigiendo posibles defectos previos, hará de la practica del deporte una expeciencia más gratificante y saludable.