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El calor y el bienestar de los ancianos

El anciano presenta varias áreas de atención que su cuidador debe cubrir. Las altas temperaturas pueden afectarle y debemos estar preparados para que el rigor del verano no afecte a su estado general.

Llega el calor y debemos estar preparados. Los profesionales del área de Geriatría nos recuerdan que las personas mayores presentan una disminución de la percepción de la sed y no sienten necesidad de beber, incluso si su cuerpo lo necesita.

Cristian-Cervilla

Cristian Cervilla, enfermero, nos previene de esta circunstancia: “conviene ofrecerles frecuentemente agua y líquidos para evitar el riesgo de deshidratación”. Alguno de los cuidados imprescindibles para el anciano vienen marcados por el sentido común : “se trata de evitar salir a la calle en las horas más calurosas, buscar la sombra evitando una exposición directa al sol y no olvidar una protección solar de factor alto ofrecida en aplicaciones frecuentes”. Cristian recuerda que la manera de vestir y los tejidos también cuentan: “los ancianos deben vestir ropa y calzado cómodos, prendas ligeras y tejidos naturales, teniendo en cuenta que el anciano habitualmente tiene menos calorías que los jóvenes y por lo tanto suele requerir más abrigo. Cuidado con caer en el exceso”. Otro truco de verano, consiste en  “tapar la cabeza con gorras o sombreros para evitar la insolación”.

Los profesionales inciden en el hecho de que el anciano presenta varias áreas de atención que su cuidador debe cubrir y que afectan a distintos niveles: psíquico, físico, social y espiritual. En el aspecto físico, le ayudaremos en su higiene personal, administraremos la medicación o llevaremos su control, estaremos atentos a su alimentación, vigilaremos cualquier alteración en su piel, uñas, ojos, etc… Prestaremos ayuda en su movilidad, tanto en desplazamientos como en trasferencias o cambios posturales, sin olvidar, apunta Cristian Cervilla, una máxima “tenemos que llevar a cabo todo esto, siempre teniendo en cuenta que hay que dar al anciano la mayor autonomía posible”. En el aspecto psíquico “conviene vigilar los cambios que pueda sufrir en cuanto a su nivel de conciencia, estado de ánimo y, una faceta importante, las posibles alteraciones del sueño”. En el aspecto social “le incentivaremos para que realice sus actividades diarias, intentando que esté orientado en el tiempo, que sepa la fecha: día, estación, festividades y haremos que ejercite su memoria, sobre todo la memoria reciente”. Por último, en el terreno espiritual “le motivaremos a que realice actividades que supongan autorrealización como leer, estar en familia, seguir la actualidad, comentar una afición, socializarse o compartir momentos agradables con su entorno.”

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