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DÍA MUNDIAL DEL MAYOR

Nuevos retos para el Sistema de Salud

La Dra. Carmen Martínez Velasco realiza una reflexión sobre el envejecimiento poblacional y la necesaria implicación social en el desarrollo de distintas medidas, entre ellas la atención sanitaria, que mejoren la vida de las personas mientras estas se hacen mayores en un artículo de fondo publicado por DIARIO DE NAVARRA

Un artículo publicado por Diario de Navarra a propósito de la conmemoración del Día Mundial del Mayor, recoge el análisis realizado por la Dra. Carmen Martínez Velasco, especialista en Medicina Interna del Hospital San Juan de Dios, secretaria del Grupo de Trabajo de Paciente Pluripatológico y Edad Avanzada de la Sociedad Española de Medicina Interna, y profesora del “Master de Enfermedades Crónicas”  de la Sociedad Española de Medicina Interna.

Texto publicado:

Todos envejecemos. En Navarra, las personas mayores de 65 años superan ya el 19,2% de la población con una esperanza de vida de 80,9 años en los hombres y 86,2 años en las mujeres. El Gobierno de Navarra, con el objetivo de incrementar la esperanza de vida y la buena salud, ha diseñado una estrategia para promover entre la población la cultura del Envejecimiento Activo y Saludable, cuya consecución logrará reducir la prevalencia de la dependencia en nuestra sociedad y un envejecimiento con máxima capacidad funcional y óptima calidad de vida.

La “Declaración de Pamplona de Derechos de las Personas Mayores” (2016) realiza una reflexión sobre la situación de las personas que envejecen y requiere a la sociedad el compromiso de implicarse en el desarrollo de medidas que mejoren la vida de las personas mientras estas se hacen mayores. Una de estas medidas, entre muchas otras, es una adecuada atención sanitaria por lo que nuestro Sistema Sanitario deberá dar respuesta a esta necesidad y tenemos que prepararnos.

Nuestra Comunidad cuenta actualmente con 120.000 pacientes crónicos, muchos de ellos son personas mayores que “acumulan”, en un solo individuo, varias de estas condiciones permanentes. Las patologías crónicas no transmisibles más prevalentes ya están identificadas: neoplasias (cáncer), las enfermedades cardiovasculares, respiratorias, enfermedad cerebrovascular, diabetes, demencia y enfermedades psiquiátricas. Los pacientes que acumulan tres o más de estos procesos son lo que llamamos pacientes “pluripatológicos”. Hasta el 40% de ellos son usuarios habituales de los Servicios de Atención Primaria y son pacientes especialmente complicados porque el 94% de ellos está polimedicado (toma 5 o más fármacos), el 34% presenta problemas funcionales (no puede desarrollar de forma autónoma las actividades de la vida diaria) y el 37% tiene deterioro cognitivo.

Otro ejemplo: en España sólo el sector de población integrado por las personas de edad avanzada, que como hemos comentado padece con frecuencia procesos crónicos concomitantes, origina el 40-50% del gasto sanitario, el 30-40% del gasto total en fármacos y el 75% del gasto de los tratamientos de carácter crónico.

Con este panorama, identificar a estos pacientes para tratarlos y cuidarlos adecuadamente se convierte en uno de los mayores retos que encuentran los proveedores de servicios sanitarios.

No es fácil cuantificar el impacto global de la pluripatología, ya que necesitamos definir qué paciente es pluripatológico y que intensidad de atención sanitaria y cuidados necesita, y no sólo desde un punto de vista económico. Nuestra forma de atender tradicionalmente a las personas en esta situación, está enfocada a la asistencia del proceso agudo, lo que hace que los pacientes pluripatológicos, una vez atendidos de las reagudizaciones de sus procesos, salgan del “radar” de los cuidados, incrementándose sus posibilidades de empeoramiento al hacerles deambular por los diferentes niveles asistenciales del sistema sanitario (hospitalización, especialistas, atención primaria) sin demasiada conexión clínica entre sí. Debido a que el modelo asistencial actual, fue diseñado para proveer servicios en una realidad demográfica y sanitaria diferente, estas personas reciben una atención fragmentada y por tanto de calidad deficiente, lo que produce la percepción de una pobre calidad de vida.

Una forma renovada de atender a estos enfermos, va a ser capaz de minimizar este efecto, al mejorar la estabilidad clínica de esos pacientes y la calidad de su vida, amén de racionalizar el gasto producido al sistema. Sabiendo quiénes son los enfermos más complicados y monitorizándolos en casa y en atención primaria de forma más intensa, con profesionales de referencia, se podrán evitar de forma significativa los retornos al hospital o las visitas a Urgencias.

La integración de la asistencia clínica y de los cuidados es el pilar fundamental que sustenta la atención a estos pacientes, que son muy complejos y no sólo desde el punto de vista clínico, sino también del sociosanitario, porque la pluripatología genera fragilidad y dependencia. Una atención sanitaria coordinada que pivote sobre un único especialista de referencia y no “despiece” al individuo enfermo proporciona calidad en la asistencia y por tanto, tranquilidad y seguridad.

La edad avanzada es el tramo de la vida en el que la necesidad de atención sanitaria, tanto en recursos humanos, sociales, técnicos y en farmacia, se hace más intensa y por tanto constituye una verdadera prioridad establecer la Estrategia que haga viable y sostenible esa atención, dando obligada respuesta a la necesidades de tantas personas

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